El pozo por Augusto Céspedes
Cespedes - nació Cochabamba, Bolivia, 1904
-soldado en la guerra del Chaco
-voz pública de los intelectuales y estudiantes que fundaron en 1941 el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)
su obra - realidad histórica de su país
-
las claves de su narrativa: el equilibrio entre la sátira hiperbólica,
la concisión, el absurdo que emana de la propia realidad y la mordaz
crítica social, pues describió las fuertes diferencias raciales
radicalizadas por la guerra.
-El pozo,
uno de sus cuentos más célebres, refiere un episodio de la guerra del
Chaco: es uno de los relatos más conocidos de la literatura boliviana y
de América Latina en general, por su parquedad y tragedia mesurada, y
está escrito en forma de diario.
El protagonista, leyendo de su diario mientras esta en el hospital
los soldados viven por dias y dias con muy poco agua, luchan por el agua, luego empiezan a excavar el pozo
excavan por meses pero no alcanzan el agua, reciben ordenes de continuar excavando
“el
pozo va adquiriendo entre nosotros una personalidad pavorosa,
substancial y devoradora, constituyendose en EL AMO, en el desconocido
senor de lso zapadores”
“invirtiendo el sentido de sus existencias de seres humanos...con el alma llena de tierra del Chaco”
llegando 40 metros,
“separado
para siempre del resto de los hombres, lejos de la guerra, transportado
por la soledad a un destino de aniquilacion que me estrangula con las
manos impalpables de la nada”
COSAS RARAS, los hombres ven espejismos (mirages), fiebres
-se
ha convertido en pesadilla, el protagonista sube y baja lleno de miedo,
todos los soldados quieren ser mandados a la primera linea
“ya no se cava para encontrar agua, SINO POR CUMPLIR UN DESIGNIO FATAL, UN PROPOSITO INESCRUTABLE”
Nunca hay nada, “siempre nada, igual que la guerra”
7 meses de cavar, y reciben el orden de parar
una batalla, tiran los cuerpos en el pozo, aún así es el pozo mas hondo de todo Chaco
http://www.pacarinadelsur.com/home/oleajes/493-iy-se-los-trago-el-chaco-el-pozo-de-augusto-cespedes-metafora-de-una-guerra-estupida-entre-bolivia-y-paraguay
El
cuento “El Pozo” [. . .] es la reproducción del supuesto diario del
suboficial boliviano Miguel Navajas, internado en el hospital de
Tarairí, con avitaminosis beribérica. Narrado en primera persona, es
Navajas quien relata, día a día, la historia de la excavación de un
pozo. El relato se desarrolla a lo largo de casi todo 1933. Sobre la
tormenta del odio, la sed es el personaje omnipresente, silencioso y
letal, alimentada por el calor, fantasma transparente volcado de bruces
sobre el monte. La sed es el mismo tormento que abruma a bolivianos y
paraguayos, esta vez oprimiendo a un pequeño destacamento de zapadores,
al Norte de Platanillos. El hallazgo es un pozo, abierto quién sabe
cuándo ni por quién. La orden es profundizar sus cinco metros hasta
llegar al líquido vital. Los zapadores cavan, día a día, y el pozo se va
ahondando. El hallazgo de barro despierta un soplo de esperanza. Pero
más abajo sólo hay más tierra seca. Tierra, tierra, espesa tierra que
aprieta sus puños con la muda cohesión que la asfixia. Veinte metros.
Treinta metros. El pozo niega el agua, pero va adquiriendo sobre ellos
una personalidad inquietante, imponiendo su vasta y oscura presencia que
se dirige verticalmente hacia las ignotas entrañas del planeta.
Cuarenta metros. Los hombres son cada vez menos hombres y más gusanos,
encerrados en la sombría caverna. En el pozo no hay guerra, ni tampoco
hay vida: sólo una oscuridad percutida por los golpes de pico. No hay
día ni noche, y sólo un perímetro redondo donde los zapadores arañan el
vientre del monstruo. En algún momento, la profundidad comienza a
producir delirios. Cuarenta y cinco metros. El agua se repliega hacia el
centro ígneo del planeta, escurriéndose de los desesperados zapadores.
¿Qué importa ahora la guerra? El único mundo es este sitio, cilíndrico,
negro, mudo. Los hombres se desmayan, víctimas de la asfixia. Su
realidad ya no es la superficie, donde está ocurriendo una guerra, sino
ese extraño pozo, cuya tierra se va apoderando de ellos, cubriéndolos de
pies a cabeza En siete meses de trabajo y delirio, no se ha logrado
encontrar nada. El pozo es irrefutablemente estéril. Y aquí comienza una
comedia de equivocaciones. Los paraguayos, al recibir la noticia de que
el enemigo tenía un pozo, atacan rabiosamente, para apoderarse de él.
Hay un combate. Trece muertos, en total, para ambos bandos. Cinco horas
de combate por un pozo vacío. Muertes inútiles, sin sentido, por una
excavación igualmente inútil, pero que ha adquirido consistencia
metafísica, apoderando de la conciencia de todos. Pero ahora que se ha
confirmado su sequedad, el pozo servirá para algo: de sepultura. Los
cadáveres son arrojados al fondo. Y, sobre ellos, se ordena echar
tierra, para tapar el agujero. Terrible símbolo de esta guerra, cuyos
protagonistas son la sed y el calor, el sufrimiento y el delirio, mucho
más que las disputas de los hombres sobre mapas y coordenadas. La tierra
termina devorando a combatientes de ambos ejércitos, en la quietud
irremediable de la muerte. Al final, uno parece que no está leyendo el
diario del suboficial Navajas, sino la burlona relación de un pozo, cuyo
único ojo mira inútilmente al cielo.[5]
Friday, January 11, 2013
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